Según el “Informe de la Felicidad en Argentina 2024″, elaborado por el Observatorio de Tendencias Sociales, Educativas y Empresariales de la Universidad Siglo 21, los niveles de felicidad de los habitantes de este país disminuyeron respecto de 2023.
En paralelo, y con una marcada relación entre sí, la misma institución también realizó el “Informe de Burnout en Argentina 2024″, que presta especial atención al estado de agotamiento emocional, despersonalización y disminución del rendimiento personal. Y los resultados no fueron mejores.
Ese estudio se centra en el impacto del agotamiento profesional en la calidad de vida de los trabajadores argentinos y, según los datos analizados, los niveles de burnout se encuentran entre los más altos de los últimos años.
Pero hay más. Según el Observatorio, 1 de cada 3 argentinos se siente tan cansado que no puede realizar otras actividades después del trabajo. “Lo que hace que una persona evalúe que un contexto es desafiante o estresante son muchas, pero en términos generales hay un modelo de demanda de recursos”, apunta el director del Observatorio.
¿Cuál es la relación entre la felicidad y el burnout?
La felicidad y el nivel de satisfacción de vida tienen estrecha relación con el burnout. A partir de eso, Morera señala que la ciencia y la salud se enfocaron en visiones separadas, en la que cada una evaluaba enfermedades, trastornos o desórdenes por su cuenta. Pero esa concepción de ambas como espacios estancos ahora se transformó a “dimensional, es decir, se compone de los dos”, según define el científico.
Al analizar esa relación, Morera dice: “Podríamos decir que estamos viendo las dos caras de una misma moneda: por un lado, tenemos al burnout, un síndrome de estrés crónico (asociado a las posiciones de estrés crónico y agudo); y, por otro lado, tenemos la cara del bienestar subjetivo”.
Y suma: “la simple ausencia de enfermedad no supone bienestar, sino que el bienestar también tiene que ser activamente empujado”.
Además, Morera subraya que los puntajes de burnout y bienestar subjetivo (felicidad y satisfacción con la vida) tienden a comportarse de manera opuesta: cuando el burnout aumenta, la felicidad disminuye, y viceversa. Sin embargo, estos cambios no son automáticos ni inmediatos, ya que ambos estados implican procesos graduales y se mueven en una escala continua, no en categorías fijas.
Aquí, qué otros datos arrojan los informes para prestar atención.
La felicidad argentina bajo la lupa
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la felicidad y el bienestar son claves para los seres humanos. Los indicadores de felicidad incluyen la salud mental y física, la situación económica, las relaciones personales y familiares, la seguridad y la percepción de futuro.
En Argentina, la felicidad es relativa. En el “Informe de Felicidad en Argentina 2024″, se analizan los niveles de felicidad en el país durante el primer trimestre de 2024, cuál fue la evolución en los últimos siete años y cómo influyen el nivel educativo, la edad, el sexo y la situación socioeconómica.
¿Son felices los argentinos? Según el estudio, los niveles de felicidad cayeron en los últimos años. A pesar de que durante 2023 habían presentado un leve crecimiento respecto de 2022, los índices volvieron a caer durante los primeros tres meses de este año y tocaron el nivel más bajo, según el informe de la Universidad de Siglo 21.
A los encuestados se les preguntó por la satisfacción general con la vida. La caída de este índice es fuerte: 7,2% respecto del año anterior. Así, los participantes indicaron que los niveles de satisfacción son 3,5% más bajos que en 2023.
Ahora, si se observa el “vaso medio lleno”, el 50,7% de los argentinos se siente satisfecho con su vida, según los datos del informe, aunque no lo es en todos los aspectos. La mitad de los argentinos (50,5%) siente que logró cosas importantes durante su vida, y el 36,6% está conforme con la mayoría de los aspectos.
De acuerdo con el reciente informe, en términos generales, hombres y mujeres de todos los grupos de edad y de todos los niveles educativos experimentaron una disminución en los niveles de felicidad durante el primer trimestre de 2024.
Pero hay un grupo que muestra una tendencia opuesta: los jóvenes de 18 a 29 años registraron un aumento en sus niveles de felicidad.
¿Y los menos felices? Los argentinos comprendidos en el grupo de 50 a 59 años reportó los niveles más bajos de felicidad, una caída notable considerando que el año anterior se encontraba entre los grupos más felices.
“Si el contexto socioeconómico o político se vuelve tremendamente desafiante, es muy probable que aquellos individuos que están apuntando hacia una meta o hacia un objetivo —que están haciendo un esfuerzo activo para alcanzarlo y no se ven acompañados—, entonces reportan una disminución en el bienestar”, aporta Morera.
“No puedo relajarme después del trabajo”
“El síndrome de burnout es la puerta de entrada a trastornos más complejos, crónicos y costosos de tratar”, apunta Morera a Infobae y sigue: “Una persona que experimenta burnout tiene el doble de probabilidades de desarrollar depresión, aumenta en un 50% el riesgo de desarrollar ansiedad y tiene 80% más probabilidades de desarrollar enfermedades coronarias”.
De ahí la importancia de medirlo de manera efectiva en el informe, con instrumentos validados por la comunidad científica y utilizados a nivel internacional, a la vez que proyectar intervenciones. En este sentido, el informe del Observatorio de Tendencias Sociales, Educativas y Empresariales de la Universidad de Siglo 21 arroja resultados preocupantes respecto de los niveles de bienestar emocional de los argentinos.
Una de las principales conclusiones a las que llegan los investigadores en el estudio es que el 32% de los argentinos se encuentra tan cansado que no puede realizar ninguna actividad después del trabajo. Este nivel de burnout es el más alto en la medición interanual entre 2018-2024.
Lo alarmante, a su vez, es que este número representa un crecimiento de diez puntos porcentuales respecto del año anterior. “Se observa de manera sistemática un deterioro en la calidad de vida”, se lee en el estudio, y agrega que las personas que tienen entre 50 y 59 años son las que muestran más estrés crónico.
“No puedo relajarme después del trabajo” y “cada vez me cuesta más iniciar la jornada laboral” son las frases recurrentes en el 24% de la población encuestada para el “Informe de Burnout en Argentina 2024″ durante el primer trimestre de este año.
Para medir el estrés crónico y el agotamiento emocional, el Observatorio utilizó el Maslach Burnout Inventory (MBI), un instrumento de evaluación de uso mundial. Desde 2018, el informe se nutre de más de mil casos por año, de hombres y mujeres de entre 18 y 65 años.
De acuerdo a la OMS, si las personas no consiguen cierto nivel de bienestar, no pueden afrontar el estrés cotidiano, trabajar de forma productiva, desarrollar sus talentos y llevar adelante nuevos desafíos. En este sentido, el Observatorio indica que el grupo más vulnerable al burnout son los más jóvenes que poseen menos educación y con menos ingresos.
Según advierte Morera, “un buen equilibrio entre las demandas que uno recibe y los recursos que uno posee para responder a esas demandas, implica que uno se va a mover en una ventana en la cual se siente desafiado pero cómodo. Si las demandas suben muy por encima de los recursos que uno tiene y uno no tiene forma de aumentar esos recursos, entonces se empieza a exponer a estrés”.
¿Qué sucede ante este cuadro de situación? El director del Observatorio es categórico: “El sostenimiento de esta situación en el tiempo hace que el estrés sea crónico”.
“Las personas afectadas por este síndrome presentan el doble de probabilidad de experimentar un trastorno mental más severo en el futuro, como por ejemplo, depresión”, advierte el informe y sugiere para prevenir el burnout y fomentar el bienestar “mantener un entorno laboral y saludable”.
Fuente: Infobae