El pueblo jujeño se encuentra a 178 kilómetros de la capital y posee uno de los tesoros rupestres más importantes del país y de la región. La pictografía y petroglifos incaicos, ubicados muy cerca del poblado, en sus imponentes formaciones rocosas dominadas “barrancas”, constituyen una de las postales más características de este pueblo.

Estos paredones, ubicados a 3.619m. sobre el nivel del mar, son tobas e ignimbritas de origen volcánico, que le dan su nombre al destino. Además, históricamente, fue un lugar de paso de las cavernas como uno de los ramales del Camino del Inca.
Fuente: Mensajero