Tacita de Plata es como se conoce popularmente a la ciudad de San Salvador de Jujuy. Aunque en el imaginario colectivo el sobrenombre esté ligado al estadio de Gimnasia, el nombre oficial de la casa del Lobo jujeño es Estadio 23 de Agosto, fecha en que se conmemora el «Éxodo jujeño», el fenómeno migratorio del pueblo de la provincia rumbo a Tucumán, comandado por el General Manuel Belgrano, para hacerle frente al ejército realista al mando de Pío Tristán que avanzaba a través del Alto Perú. «Es el mejor estadio del Norte y uno de los mejores de la categoría», cuenta Matías Módolo, el entrenador de 37 años de Gimnasia. Hasta allí migró después de la experiencia de la última temporada en Deportivo Riestra, cuando ganó el Reducido y logró un histórico ascenso.
Módolo fue futbolista del ascenso y se retiró joven. Empezó su carrera como entrenador en la Primera D con Centro Español y pasó por la C al frente de Midland antes de llegar al Deportivo Riestra. Fueron 13 partidos al frente del Malevo, pero quedarán grabados a fuego. En Primera no pudo sostenerse: tras un flojo arranque en la Copa de la Liga y a pesar de vencer a Comunicaciones por la Copa Argentina, el club decidió finalizar el vínculo para contratar al Ogro Cristian Fabbiani, un personaje -tal vez- con menos recorrido, pero con mucho mayor impacto mediático.
Entonces la brújula de Módolo señaló al norte. «Es otro desafío. Desplazar a la familia cuando implica el cambio de escuela de tu hija, el cambio de trabajo de tu compañera o que tenga que dejar sitio para sumarse a algo cuyo funcionamiento no es sencillo. Pero encontré una gente muy cálida. Un club muy grande. Y que por ahí, gracias a no tener esa neurosis de las grandes ciudades, del que labura 15 horas, que el tránsito te demora dos horas más. Bueno, esa baja un poco en el ritmo que permite equilibrarse un poco. Tener más tiempo para vos, para desarrollar tu laburo. Y me parece que soy mejor entrenador porque tengo más tiempo o lo puedo organizar mejor», reflexiona desde su nuevo hogar en San Salvador.
-¿Y hacer correr información falsa es jugar de manera «desleal»?
-Ahí entramos en un debate moral y lo charlábamos con el cuerpo técnico. No hay absolutismo porque el que tenga una opinión la puede hacer sentado en el sillón. Yo creo que está dentro del reglamento. Todos lo hacen. Y ahí es cuando uno tiene que entender cómo maneja esos recursos, si los tiene a disposición o no. Por ejemplo, en la Liga Profesional vos tenés una hoja de ruta y a tal horario se tiene que presentar la alineación; a tal horario, la conferencia de prensa. Y si no cumplís la multa es muy importante. La planilla de COMET (NdeR: padrón nacional único en el que se inscriben todos los jugadores del país) en el Nacional y para abajo se guardan hasta el último segundo. Bueno, eso influye en cuanto uno asigna marcas, por ejemplo, en la pelota detenida. No es lo mismo marcar a alguien de 1.80 metros que a uno de 1.95. Yo puedo saber si juega ya en la semana y ya trabajo sobre eso. Bueno. Es importante la información y lo que pueda transmitir la prensa.
-Y, te vas haciendo tus algoritmos. En un momento eran muchos, muchos trabajos de campo. Me gusta mucho la lectura, pero trato de que sea cada vez más selectiva y cada vez me voy alejando más de las redes sociales o de tener algunos indicadores. Sí, creo que es el término medio. Soy de la generación que sabe lo que era el mundo antes de las redes sociales, pero vivimos totalmente inmersos ahí. A veces pienso en no tener redes. De hecho, a Facebook lo di de baja cuando empecé a recibir algunas amenazas de muerte de hinchas rivales. Está bueno tocar ese tema porque somos seres humanos. Y sí, a mis redes las manejo yo, pero con uso estrictamente profesional. Y trato de consumir lo mínimo indispensable.
-¿Por qué sostenés el resto de tus redes? ¿De qué te sirven?
-Hoy mis jugadores están con el celular en la mano cuando llegan al entrenamiento o cuando se van. Algunos consumen redes. Entonces a veces uno declara en conferencia de prensa, a veces con el periodismo, pero hoy con una publicación en redes se puede decir lo que uno está pensando. Me parece que es una herramienta más si uno la sabe utilizar. Ojo, de doble filo. Pero bueno, por ahí comparto un sentimiento de la semana, lo que puede ser un festejo o un estado de ánimo. Y algún que otro contenido que me parece valioso. Por ejemplo, creo en lo colectivo por sobre lo individual y si hay algún contenido sobre eso que me parece interesante, lo comparto. Consumo mucho a (Julio, entrenador de la selección femenina italiana de vóley) Velasco o a mis referentes, que pueden ser (Alejandro) Sabella (Lionel) Scaloni y (Carlo) Ancelotti. No las uso para el uso que tuvieron en su génesis, no para mostrar una fotito o si me queda bien una camiseta. Obvio que si tengo que elegir una foto voy a elegir en la que más favorecido salgo.
-Hay una cuestión estética en las redes y se habla mucho del contenido. En el fútbol, ¿qué sería lo estético y qué sería el contenido?
-Mirá, yo creo que lo estético tiene algo etéreo, algo implícito ahí que muchos por ahí no saben qué es, pero les resulta atractivo desde el juego. Cuando dicen ‘qué jugador elegante’. ¿Y qué sería? ¿Un desplazamiento, una armonía en el movimiento? Puede ser. O nosotros, cuando por ahí hacemos un scouting, podemos decir que un jugador ‘te llena el ojo’. Pero no sé si es tan efectivo. Ese jugador que tiene clase, que tiene buen control de la pelota, que tiene técnica. Pero bueno, yo creo que ese es un componente y soy muy cuidadoso de no ser tan determinante con un componente. Ni solamente lo estético ni solamente lo efectivo. Creo que hay un montón de componentes que hacen al fútbol y está bueno que la estética sea uno, porque en definitiva el fútbol es un deporte, es una mercancía, un producto, y es un espectáculo. Yo intento que mi equipo contagie y transmita algo.
La Primera Nacional, los arbitrajes y ese Reducido con Riestra
-Se viralizó hace semanas un gol de Gimnasia de Jujuy por un córner que no fue (por la 30ª fecha, 1-0 ante Güemes)
-Yo arranqué dirigiendo Liga del Interior, Federal C, Primera D, Primera C, Nacional, Liga Profesional. Y me tocó de todo, que me favorezcan, que me perjudiquen. Injusticias, aciertos, errores. Si vos te entretenés demasiado con lo que se dice del árbitro, te quita energía. Lo mismo pasa con el entusiasmo de la gente, con las críticas o con los halagos. Nuestra realidad es en el día a día, en la charla con el jugador. Sí, poder aportarle al jugador. ‘Mirá que este árbitro cada vez que nos dirige no tiene buena onda con tal jugador’; ‘mirá que es un árbitro de dar continuidad’; ‘mirá que este es un árbitro que si ve algo raro, va a cobrar penal’; ‘mirá que a este no le gusta que le hables’. Cambiar quién es el capitán, según si no tiene buena onda con el que uno tiene designado. Y tener en cuenta que es un jugador más, sabiendo que vos no controlás ese tipo de cosas y que si vas muy condicionado, te juega en contra.
-Venís de un mundo analógico y de un fútbol sin VAR…
-Sí, me crie con un fútbol sin VAR, en el que si la pelota le rebotaba en la mano a alguno y el delantero tenía la picardía de llevársela, formaba parte de ese espíritu futbolero. No quiero tampoco caer en el folclore del fútbol que justifica cualquier barrabasada que se hacía, de las patadas que se pegaban y demás. Pero es el fútbol con el que nos criamos, entonces a veces queremos volver a eso analógico y no estar tanto en lo digital. Cuando arrancó el VAR no me gustaba. Para mí, por ahí iba a traer más justicia, pero iba a desnaturalizar el juego. Sigo opinando lo mismo, pero te lo digo más como espectador. Como entrenador, lo que sí trabajé, habiendo dirigido sin VAR y con VAR, es que con VAR tenés que estar mucho más cuidadoso. Tenés que preparar a los futbolistas o elegir distintos futbolistas. Futbolistas que son más de la fricción no te favorecen en un partido con VAR. Y la marca en zona se utiliza mucho más que la marca personal. Me parece que son herramientas que ya llegaron para quedarse y que con el tiempo van a ir funcionando mejor. Pero bueno, creo que esto de gritar un gol y no saber si lo festejás o no lo festejás no es bueno para el espíritu del fútbol, porque yo creo que el espíritu de fútbol no es que el fútbol sea justo. Para mí, ni es justo ni es injusto, es fútbol.
-¿Hay jugadores para VAR y jugadores para sin VAR?
-Y, si tenés que jugar una final y tenés un jugador de mucho contacto, muy aguerrido, y está en el mismo nivel que otro, que por ahí es más tiempista, más jugador, por ahí lo pensás.
Riestra, el club de las sorpresas
-Fue extraordinario. Por ahí esa es la palabra. Para mí fue un proceso ascendente de mucho crecimiento profesional y un gran desafío, que son las cosas que más nos motivan en la vida y la vida profesional. Desafíos. Encontrar una amalgama entre una estructura que viene funcionando desde hace 10, 12 años, que funciona muy bien y a la vez podér sumar un factor X, aportar tu impronta, tu parte de tu metodología. Para mí, fue una evolución muy grande y creo que se logró un ascenso porque entre la estructura del club, los recursos institucionales, que son los que permanecen en el club a lo largo de los años y no cambian con el entrenador; y mi función de entrenador pudimos congeniar muy bien, darle una vuelta de rosca a esto que venía funcionando bárbaro. Y creo que fueron clave los planes de partido para cada partido del Reducido, en los que nos sentimos muy superiores en todos, más allá de alguna que otra polémica.
-Riestra es un club del que se habla mucho por la gente que lo maneja, porque tiene una DJ, por las supuestas ayudas arbitrales, por la bebida energizante. ¿Qué tan real es todo?
-Lo que pasa es que como está fuera de lo ordinario, llama la atención. Y la gente le genera rechazo lo que no puede entender, no puede etiquetar, no puede encasillar. Porque no es algo habitual y si vos querés analizarlo con una cabeza normal, no lo vas a entender nunca. Simplemente eso, lo gestiona gente que tiene otra cabeza, que cree en otra forma de manejar un club. Y tenés que entenderlo. Es muy difícil desde afuera entenderlo. Es difícil desde adentro. Yo lo tomé como un desafío profesional y a mí me fue bien. Pude crecer muchísimo. Pude entender cómo adaptarme a una metodología de trabajo ya instaurada. Hay muchos clubes, sobre todo en Europa, que tienen una metodología y el entrenador es un engranaje más dentro de una estructura que funciona. A contramano de la idea de entrenador con la que uno se formó, un entrenador omnipotente, una figura, un exfutbolista rutilante que decía una cosa y el dirigente o el presidente decía ‘sí, sí, es así’. Hoy los clubes están mutando hacia otro lado. No me quiero meter con el tema de ‘las SAD sí, las SAD no’. No, tiene que ver con una forma de gestionar un equipo de fútbol, no un club y no su parte financiera. Tiene que ver con un método, que incorpora jugadores con tal perfil, que hace un scouting muy exhaustivo, que le da mucha importancia a las estadísticas, a la Big Data. No digo que eso era nuevo para mí, pero no estaba empapado y a mí me ayudó muchísimo a conocer eso. Parte del entrenador que soy hoy fue por haber tenido esa vivencia.
-A veces los tiempos del club no son los tiempos de uno o los que uno quisiera. Yo creo que el objetivo de salvarse o de sostener la categoría el primer año y un arranque que era no deseado, le hizo sentir al club que tenía que optar por otro perfil. Y bueno, me parece que nos sirvió a los dos. Me hubiera gustado quedarme en Primera División mucho tiempo, pero hoy tengo un gran presente gracias a mi paso por Riestra. Y a veces, cuando los tiempos no congenian, está bueno que se termine el vínculo.
-¿Cómo es la vida en Jujuy, con qué te encontraste?
-¿Pudiste recorrer? Hay una canchita en Purmamarca…
-Sí, fui primero con el cuerpo técnico y después pude visitarla con mi viejo. Y fue algo muy lindo cuando fuimos con el cuerpo técnico porque nos recordó, nos devolvió a ese amateurismo en el que arrancamos laburando: una cancha totalmente pelada, llena de tierra, con un banco improvisado con caña de bambú y algún que otro cardón. Y te emociona un poco sabiendo que arrancaste en una cancha similar a esa y hoy estás en uno de los estadios más lindos, sino el más lindo del norte. De los mejores de la categoría, sin duda. Está bueno a veces mirar en perspectiva, retirarte un poco y decirte ‘cuánto camino, cuántas vivencias transitamos’. El Tano (Sergio) Orsini no sé si ya tiene 50. El profe Iván tiene 37, 38, como yo. Estamos en la mitad de nuestra carrera. No lo sé. A veces digo que quiero dirigir hasta los 40 y no dirigir más por el desgaste que te genera esta profesión. Y cuando ganás, decís ‘no, voy a dirigir hasta que me muera’. Pero cuando te retirás un poco, ves el camino. Valió la pena cada emoción.
Fuente: Clarín