Para Orlando Cuellar y Wilson Tárraga, cada año se renuevan las esperanzas de regresar a Malvinas y cada año que pasa, esa brisa de mar y frio se aleja. Esta sensación la viven la mayoría de los combatientes que participaron del conflicto por las Islas Malvinas en 1982, entre Argentina y Gran Bretaña.
Ambos defensores de nuestra Patria viven en San Pedro de Jujuy, la vida los encontró en un mismo barrio, no se hablaron por años aunque sabían que estuvieron en Malvinas, hasta que comenzaron a reconocerse, cada uno traía una historia muy dura y difícil. Orlando es sobreviviente del Crucero A.R.A General Belgrano hundido en el conflicto y Wilson estuvo combatiendo en tierra, en Darwin y Pradera del Ganso.
Para Orlando regresar a Malvinas es: “una materia pendiente que nos queda a varios veteranos, seria cerrar el círculo que nos vincula a Malvinas y además visitar el cementerio donde quedaron los héroes que dieron su vida”, y Wilson manifiesta “es un viaje para reencontrarme, donde hice lo que podía y de la mejor manera; también pedir perdón por todos los compañeros que no regresaron”.
Cuellar ingreso al servicio militar obligatorio y en el sorteo le toco el número 915, estaba emocionado cuando le dijeron que le tocaba la Armada porque era una oportunidad para conocer buques y el mar. Sin sospechar que ese azul profundo que anhelaba conocer, más tarde lo tendría de rehén y lo sentiría en sus huesos, ese mar frio que tuvo que nadar donde no sentía sus piernas, ese mar donde paso 36 horas en una balsa pinchada.
Una taza de chocolate caliente fue lo primero que bebió cuando lo rescataron y gracias a sus compañeros que lo abrazaron con frazadas para darle calor le salvaron la vida, porque un minuto más y se habría muerto por hipotermia. Luego del conflicto aún tenía que concluir con el servicio militar, en 1983 regresó a San Pedro y pudo terminar la escuela secundaria, allí conoció a su novia Ana María con quien formaron una familia. Solo su compañera de vida sabe las noches de pesadillas, solo ella entiende los silencios y esa mirada profunda de Orlando.
Tárraga quería hacer una carrera militar y la Infantería era lo que había en Jujuy; cuando fue el conflicto Wilson formaba parte del Regimiento de Infantería Mecanizado (RIM) 12 de Mercedes en Corrientes, donde, según sus recuerdos, estuvieron en batalla a menos de 100 metros de distancia con los ingleses. Fue tomado prisionero ya que tuvieron que rendirse por falta de municiones. Sobre lo sucedido, él actualmente reflexiona que: “En la vida muchas veces tenemos que aprender a perder, pero en Malvinas no perdimos recuperamos la Soberanía y allí están nuestros 649 custodios los verdaderos héroes”. Su esposa Isabel y sus hijos lo apoyaron con amor para salir adelante y juntos iniciaron una nueva etapa donde la Fe a la virgen de Guadalupe fue fundamental para el nuevo renacer.
Luego del conflicto se hizo un silencio profundo como sociedad, tanto para Orlando como para Wilson fueron muchos años donde no podían hablar hasta que de a poco se organizaron en una Asociación de Ex combatientes y Familiares de Caídos en Malvinas “2 de Abril” de San Pedro y comenzaron a hacer acciones, a participar de actos y llegar con la historia en primera persona a las escuelas.
Ambos coinciden en afirmar que: “Es una gran alegría cuando los chicos nos escuchan y nos hacen preguntas, nos consultan que es una guerra y le decimos que hay que evitarla porque mueren muchas personas, que el conflicto trae mucho dolor. Que la única *guerra importante es con nosotros mismos*, luchar para estudiar, luchar para ser buenas personas, respetuosas y el orgullo más grande es construir cada día nuestra felicidad”.
Las experiencias y proyectos
Durante 2023, en Abril, fueron invitados por el Instituto de Artes Audiovisuales de la Provincia de Jujuy (IAAJ) a una escuela primaria sin camino carretero, recorrido que hicieron a pie y a caballo para llegar al establecimiento 148 de la localidad de San Lucas, perteneciente a Pampichuela, Departamento Valle Grande.
Luego de ese viaje estaban muy conmovidos por la experiencia y junto a otro veterano de La Mendieta, Ricardo Serrano gestionaron mercaderías para la escuelita de San Lucas y de Pampichuela.
También en Julio en el marco de la fiesta Patronal de Pampichuela, entregaron una hermosa Bandera comunitaria de seis metros de largo, donde el Sol de Mayo, fue pintado por los reconocidos artistas Cecilia Espinoza y Miguel Castro de Libertador General San Martin. La Bandera fue izada por niños e integrantes de la comunidad y como invitado especial acompaño Facundo Morales como autoridad del Cine Móvil Jujuy, en un mástil de 14 metros de altura, la celeste y blanca flamea victoriosa en la entrada principal de Pueblo recibiendo y recordando a visitantes y lugareños que las islas Malvinas están siempre en el corazón como símbolo de unión.
Otra acción que concretaron fue entregar una Bandera para engalanar la nueva fachada de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Jujuy, debido a que en dicha institución se encuentra el “Aula Malvinas”. En esa oportunidad fueron declarados huéspedes honoríficos. En el presente año brindaran charlas a los estudiantes y realizaran actividades en pos de la Memoria Viva sobre las Islas Malvinas.
Para este año 2024, ya tienen planificado visitar la escuela Teodoro Laguna del paraje Casa Grande en Mina El Aguilar, soldado fallecido en el Crucero A.R.A General Belgrano y realizar un encuentro fraterno con ex combatientes de Ushuaia.
Cabe destacar que todas estas acciones están siendo registradas con el fin de realizar un documental con la Dirección y Producción de Asunción Rodríguez y Rodrigo Pereyra. La filmación retratará el regreso a las Islas Malvinas de Orlando y Wilson quienes recordaran su llegada al lugar cuando tenían 18 y 22 años, lo que significa estar allí donde confluirán emociones de dolor y angustia pero con el orgullo de haber servido a la Patria con valentía, darán un cierre a un ciclo en sus vidas y donde renovarán su compromiso porque: “las Malvinas no se olvidan”.